El taylorismo corresponde a la división de las distintas tareas del proceso de producción que trae consigo el aislamiento del trabajador y la imposición de un salario proporcional al valor que añaden al proceso productivo. Este nuevo método de organización industrial, cuyo fin era aumentar la productividad y evitar el control del obrero en los tiempos de producción, lo inició Frederick W. Taylor con el deseo de aprovechar al máximo el potencial productivo de la industria.
El taylorismo en su contexto histórico
Taylor hizo un estudio con el objetivo de eliminar los movimientos inútiles y establecer por medio de cronómetros el tiempo necesario para realizar cada tarea específica. A este método se lo llamó organización científica del trabajo. El sistema de Taylor bajó los costos de producción porque se tenían que pagar menos salarios, las empresas incluso llegaron a pagar menos dinero por cada pieza para que los obreros se diesen más prisa. Para que este sistema funcionase correctamente era imprescindible que los trabajadores estuvieran supervisados y así surgió un grupo especial de empleados, que se encargaba de la supervisión, organización y dirección del trabajo. Este proceso se enmarcó en una época (fines del siglo XIX) de expansión acelerada de los mercados que llevó al proceso de colonialismo que terminó su cruzada frenética en tragedia a través de las guerras mundiales. Su obsesión por el tiempo productivo lo llevó a trabajar el concepto de cronómetro en el proceso productivo, idea que superaría a la de taller, propia de la primera fase de la revolución industrial. La organización del trabajo taylorista transformó a la industria en los siguientes sentidos:
Aumento de la destreza del obrero a través de la especialización y el conocimiento técnico.
Mayor control de tiempo en la planta, lo que significaba mayor acumulación de capital.
Idea inicial del individualismo técnico y la mecanización del rol.
Estudio científico de movimientos y tiempo productivo.
La división del trabajo planteada por Taylor efectivamente reduce los costos y reorganiza científicamente el trabajo pero encuentra un rechazo creciente del proletariado, elemento que sumado a la crisis de expansión estructural de mercado (por velocidad de circulación de la mercancía) lo llevaría a una reformulación práctica en el siglo XX que es la idea de fordismo.
Crisis del taylorismo y su reconfiguración a través del fordismo
La época en que el obrero primitivo o el artesano decidían (con cierta libertad) cuánto tiempo dedicaban a la producción de cada pieza quedaba definitivamente en los archivos de la historia. Por eso la crisis del taylorismo no devino en su destrucción teórica, sino que avanzó a la realización de la producción en cadena a través de la mano de Henry Ford. Este modelo pretendía sumar al obrero especializado al mercado; o sea, que también él pudiese tener capacidad de compra, aumentando el tamaño de mercado disponible y, a través de la gratificación de ese obrero, mejorar la productividad. Esto se lograba a través de un cambio de diseño en la planta industrial, proceso conocido como producción en cadena, que aceleraba el dinamismo en la velocidad de circulación de la mercancía en conjunto con el ahorro productivo derivado también del descenso del tiempo de elaboración de la mercancía.
Opinión personal:
Como podemos comprobar, y un poco en relación a la dinámica de hoy día 10 de octubre, que no somos los dueños de nuestro tiempo, que siempre existen estrategias a través de las que otras personas pueden hacerse dueñas de nuestro tiempo, o a través de las cuales podemos adueñarnos del tiempo de los demás.
Es una pena el saber que estamos hechos de tiempo, que cuando se nos acaba el tiempo se nos acaba todo, como bien pensaban los griegos, cronos es el tiempo que se come a sus hijos, somos los hijos y el alimento del tiempo, y que no podamos disponer de él, el saber que dependemos de él y que se nos escapa como agua entre las manos y que no podemos hacer nada para evitarlo.
Duele el saber que otras personas sean las que organicen nuestra vida, nuestros horarios… y que para conseguir cosas que nos interesan el único medio que tenemos es vender o regalar tu tiempo, es lo único de lo que disponemos, pero que nos vemos obligados a ceder a todo aquel que decida intervenir robándonos parte de él.
Bueno, con esto justifico mi gran afán por vivir cada momento como si fuese el último, por ello pienso:
“Carpe Diem,Tempus Fugit”
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